sábado, 30 de octubre de 2010

lunes, 25 de octubre de 2010

Difícil de creer

Tan sólo llevaba 34 páginas del libro de Soseki, cuando sin ser del todo consciente asumí esta afirmación como propia. Soy un gato.


Ni es tan difícil como a priori parecería convertirse en un felino, ni tan extravagante. Gatos hay por todas partes...
Lo que no entiendo es porqué me cuesta tanto convencer a la gente.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Inevitable

Son 20 euros con 95 céntimos. Una hipocresía más. Ni mucho menos la más preocupante... Pero no señor, eso no cuesta 20 euros
por mucho que usted
renuncie a 5 céntimos. Cuesta 21 euros, porque a mi, esos 5 céntimos se me van a terminar perdiendo. Yo ajusto los precios, señor. Si cuesta 20,95 y no 21, es porque quiero que mis clientes ahorren el máximo posible con cada compra.
Yo
le digo
que esos 5 céntimos
no los ahorro
.
Eso es su responsabilidad
. Mi responsabilidad y sus 95 céntimos.
¿Cuándo a usted le pregunten cuánto le ha costado, qué responderá?
No sé, ¿20 euros?. Lo ve, ahí tiene la respuesta. ¿cómo? Si le preguntan y dice 21, no anima a sus amigos a que compren. Eso es absurdo, ¡es sólo un euro de diferencia!... en fin, me marcho, quédese con la vuelta, no la quiero, hágase rico sacándole los céntimos a sus clientes.
No se queje
, en Estados Unidos, los picos se ajustan en 7 o en 9 y no en 5. ¿Y usted cree que ese es un buen ejemplo?... Ponga una tienda en el Bronx...

martes, 19 de octubre de 2010

el día que nunca existió



Los pasos se hacen más lentos si no sabes dónde vas a parar,
más rápidos cuando te vuelves consciente de que nada te obliga a detenerte.

Las calles que dejas vacías a tu paso, cantan solas esta canción...
mientras tú te vas, mientras todos duermen (pssssss).

Hay aceras que se hunden tras tus pies, manos que intentan agarrar tus tobillos sin conseguirlo. Hay brillos de navajas al fondo de portales oscuros en los que nadie vive, llantos de bebé que salen del primer piso y no se apagan.

La señora del bastón, si pudiera, tan poco levantaría la vista para verte la cara. Sólo quiere que tú no veas su bolso. La chica que busca fuego se cambia de acera aunque te vea dar una calada. El frutero que acaba de descargar 12 kilos de chirimoya se da la vuelta y te ve alejarte de la puerta abierta donde tiene 15 kilos de manzanas.

Si te detuvieras sería el suelo el que comenzaría a moverse y el bebé le daría fuego a la hippy coqueta,
la señora la que demostraría su destreza con la navaja sonriéndote con ella apretada entre los tres dientes que le quedan (uno arriba y dos abajo),
las chirimoyas te agarrarían por el tobillo mientras el frutero grita agarrado a los barrotes del oscuro portal (como inspirado por una descarga eléctrica). Si te detuvieras.




Pero continúas andando a un paso perfecto, imposible de definir como lento, en absoluto rápido y en tu cabeza suena como un mantra 'I was living in a devil town...'