miércoles, 1 de diciembre de 2010

Diario de la SpaciaLe

Tres meses de soledad en esta estación temporal.

El aire viciado recuerda a la densidad del humo en un bar, un día de final de mundial de fútbol. Y no es un buen recuerdo, por que precisamente ahora, los bares no son sugerentes. Ese aroma es el de la despreocupación, las voces ajenas, los vicios.

Tres meses de este encierro involuntario.


No es que la estación sea un zulo, pero si me preguntan qué he hecho en TODO este tiempo, no sabré que contestar. Quizá lo esté dedicando a preparar una excusa que justifique porqué no he aprovechado todos los recursos que tengo a mi disposición.

Pero ahora que aún no tengo preparada una excusa, hablaremos del ahora. Ahora, que el mundo es más allá, hecho de menos hasta lo que tengo cerca. Ahora que los segundos cuentan dobles, le ha salido pelo a mi debilidad.

Aquí las lágrimas flotan. Cualquier argumento de ficción tiene su espejo en la realidad. La culpa y el castigo parecen hacerse viejos mientras se convierten en tus amigos. Soy, su muñeco vudú.

Y lo que me queda.

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